Atsuko Saito de la Universidad Sophia en Tokio realizó un experimento sobre la comprensión lingüística del gato.
Él dice que no hay evidencia de que los gatos en realidad agreguen significado a nuestras palabras, ni siquiera a sus propios nombres. En cambio, han aprendido que cuando escuchan sus nombres, a menudo reciben recompensas como comida o juego, o algo malo como un viaje al veterinario. De modo que el sonido se vuelve especial, incluso si realmente no lo entienden, se refiere a su identidad.
En cuatro experimentos con 16 a 34 animales, cada gato escuchó una grabación de la voz de su propietario, o la voz de otra persona. Cada una de esas voces recitó una lista de cuatro nombres u otros nombres de gatos, seguidos del propio nombre del gato.
Muchos gatos reaccionaron inicialmente, como moviendo la cabeza, las orejas o la cola, pero gradualmente perdieron interés.
La prueba real era si los gatos recuperaban el interés cuando se leía su nombre. Y en promedio, el grupo de gatos se animó cuando escucharon su propio nombre.
Saito dice que solo te están ignorando.
Los gatos no son evolucionados para responder a las señales humanas. Se comunicarán con los humanos cuando quieran.